Es innegable la importancia que ha adquirido la cultura en la sociedad contemporánea. Se la considera como el cuarto pilar del desarrollo sostenible, puesto que interviene y determina el modo de actuar de las personas en el mundo. Nos representa en lo individual y en lo colectivo, proporciona identidad y tiene un carácter liberador. ¿Cómo conservarla, hacerla crecer y lograr que permee a la sociedad?

Sabemos que la filantropía, en forma de mecenazgo, existe desde siglos atrás. Quienes la ejercitaron fueron reyes, papas, nobles y, también, individuos particulares que protegieron y apoyaron especialmente a los artistas. Los gobiernos han reconocido a la cultura como derecho humano e incorporado a la actividad filantrópica dentro de sus tareas; pero se han visto rebasados, tanto financiera como políticamente, para cumplir con el propósito de facilitar el acceso de los ciudadanos a este derecho universal. A partir del siglo XX, junto con los filántropos y el Estado, se han fundado las llamadas organizaciones de la sociedad civil (OSC), no lucrativas o “tercer sector”, cuyo fin es ayudar, de manera voluntaria y solidaria, mediante apoyos financieros o donativos, a desarrollar proyectos culturales y artísticos. En este espacio es donde se inserta: Fondos y recursos alternos. Emprendimientos culturales y artísticos, pues, aunque pareciera que, si somos promotores culturales o artísticos sabremos llamar a la puerta correcta; para que nuestros planes de apoyo cultural fructifiquen, se requiere que, quienes establezcan contacto con las OSC, tengan una metodología precisa, planeación, estrategias y técnicas específicas, sin las cuales no se obtendrán los respaldos deseados. Hay que conocer muy bien a la organización que buscamos que nos apoye de modo que exista similitud entre nuestro proyecto y los fines que ésta persigue.

Fondos y recursos alternos. Emprendimientos culturales y artísticos, además de ayudarnos a identificar una organización civil afín, nos brinda un panorama completo de cómo obtener mejores resultados, reitera el aspecto profesional de esta encomienda, transmite recomendaciones de cómo hacerlo y sugiere nuevos caminos de acercamiento, como son: vía internet; a través del financiamiento colectivo y usando adecuadamente la relación entre marcas y patrocinios. Éstas son sólo algunas de las razones por las cuales estamos seguros de que su lectura será de suma utilidad para todos aquellos que se han planteado buscar financiamientos alternativos para sus proyectos culturales y artísticos.