El siglo XX ha sido calificado como el siglo de las maravillas: todo fue rápido y espectacular. Necesitaremos la distancia de la calma y el conocimiento para evaluar lo que sucedió. Nombrar a la cibercultura como una visión que permite entender esto, es un suspiro en medio del asombro y del escepticismo. La cibercultura es una noción que tiene un marco conceptual convencional y un marco de confusión en su enriquecimiento conceptual, con elementos etimológicos y teóricos. Su primer sentido convencional, está delimitado por la imagen de las computadoras, y su apropiación y uso cotidiano. Pero eso no es todo: la base para su reorganización conceptual son las etimologías; este término tiene dos elementos: el que viene de la cibernética, como ciencia del control y de los sistemas de información y comunicación, y el que viene de la noción de cultura, como cultivo. Si a esta etimología le agregamos una perspectiva sociocibernética, resulta un concepto que refiere a las situaciones de reflexividad constructiva y de auto organización de sistemas de percepción, acción e interacción social. Esta perspectiva es un espacio de relaciones humanas, de configuración de redes, muy útil y, es ahí donde a este texto le interesa la aplicación del concepto cibercultura. La noción no convencional de cibercultura, que aquí se propone, tiene mucho que decir sobre la vida actual. Se reconoce y demanda el ser figuras fundamentales para llevar a cabo los proyectos.